viernes, abril 18, 2008

Retomando a Germán Dehesa

En el norte trabajan cual orates, su moral tiende a ser rígida, su vida social se establece a partir de los niveles que la sociedad delimita con enorme cuidado, en el norte son apolíneos y gustan de lo natural, del sol, de lo simétrico, trazan sus ciudades y sus pueblos de modo racional y a base de líneas rectas; en el norte no suelen estar para bromas, el ocio se les dificulta grandemente y perciben a los sureños como una especie de dolor irremediable al que, sin embargo, tienen que atender.

En el sur somos dionisiacos, nos encantan la noche, la bohemia y el exceso, el hígado sureño sufre mucho, pero nosotros nos damos por bien servidos con una luna hermosa, alguna mujer en flor, una canción, un poemario (o acaso creen que Gorostiza, Sabines, Pellicer o José Carlos Becerra nacieron en el profundo sur por pura casualidad). En el norte la relación entre ocio y negocio (la negación del ocio) es enormemente mayoritaria a favor del negocio; en el sur lo nuestro es el ocio de cuyo corazón nacen las guitarras, los amigos, las noches bohemias y los lujos de la lujuria. Si los norteños son monógamos por así convenir a la economía personal y a los objetivos de la empresa; en el sur nos encantan los amoríos subacuáticos, las "movidas", el pisa y corre y las angustias no de un querer, sino de tres como mínimo. El norte trabaja mucho, en el sur tratamos de llevarla leve y para ello solemos exclamar siempre ¡es que estoy muy ocupado! y ya con eso, nos dejan en paz por un rato. No es mejor ser del norte o ser del sur. Toda nación requiere de ambos talantes. Si los del norte no trabajaran tanto, los del sur nos moriríamos de hambre. Los casos realmente dramáticos son los de los norteños con alma sureña y viceversa. Éstos o se mudan o estarán condenados a vivir su angustiada existencia con una permanente sensación de desacomodo.

De mí sé decir que en mi vida hay períodos norteños y deleites sureños. Mi mente apunta hacia el norte, pero mi corazón está en el sur. Ahí nació y ahí reposará al término de sus escasos días.

Germán Dehesa